Kafka lo hizo mejor

 


Aprovecho el cobijo de la noche para salir a recorrer los infinitos recodos de un hogar ajeno. No tan ajeno últimamente. Paseo mis largas y finas patas por alacenas de madera añeja. Sus surcos agilizan mi exploración.

Hay muchas como yo, pero no conozco a todas, tal vez alguna de ellas sea mi madre o mi padre. ¿Quién lo sabrá?  


El peligro es algo constante cuando esas criaturas inmensas que cohabitan conmigo descubren que estamos en plena jornada. Curioso es, que no todas reaccionan igual. Algunas emiten un sonido estruendoso, otras acompañan el sonido con una agitación de todo su ser. Huyen corriendo o las peores nos atacan febrilmente.

Recuerdo que escape hace muy poco del tremendo ataque mixto de un pisotón y ese terrible tubo que expulsa un líquido repugnante y dañino.  


Sobre la mesa encuentro una de mis comidas favoritas, ese polvo dulce que he observado que las criaturas grandes mezclan con diferentes líquidos que luego se beben.


Dando varias vueltas con suma paciencia encuentro finalmente un hueco por donde acceder al preciado manjar.


Como y como hasta sentir que voy a reventar.  


Salgo victoriosa con algo de recelo de que ninguna otra vea donde está semejante tesoro. Noto que están entretenidas en aquel inmenso edificio blanco, tratando desesperadamente de ingresar.  


Se que ahí se esconden más delicias.  


Siento el alboroto como un instinto clavado en mis antenas.


Agitación.  


La luz. Horrible y dañina se cierne sobre mi cabeza.


Momento de huir.


De donde estoy al hueco seguro tengo un largo tramo. No debería haberme entretenido tanto con ese polvo delicioso.   


La primera figura entra y es extraña, esta vestida completamente de blanco y lleva consigo una larga extensión. De su punta empieza a salir el terrible líquido que se extiende rápidamente por todos los rincones.


Veo a muchas caer en el acto.  


La segunda figura de igual semblante no solo rocía el líquido sino también lo acompaña con fuertes y estridentes pisadas.  


A máxima velocidad atravieso el camino en el que no puedo evitar confrontar con estos verdugos.


Siento sobre mi espalda un gran peso.  


Si tan solo no estuviera esa maldita luz, esa maldita luz.  


Esa maldita Luz.... 

Comentarios

Entradas populares