El Desahogo
Antes que nada, quiero agradecerte.
Vas a ser el primero en escucharme. Hasta ahora al único que le cuento todo básicamente. Seguro en un futuro hablare con cientos de personas que no conozco. Es importante tener amigos, ¿Verdad?
Últimamente se dicen muchas cosas de mi en los diarios, revistas hasta llegue a la televisión. Increíble. ¿Quién lo hubiera imaginado?
No te pongas celoso. Además, antes que vos hubo otros digamos “compañeros” en este viaje y con ninguno me abrí de esta manera. Curioso juego de palabras ja. Si hay algo que deberías estar es halagado.
Sabes, yo solía estar equivocado hasta hace menos de dos años. Creía que mi vida carecía de sentido alguno. Solo pasaba el tiempo de manera lineal y monótona. Así fue desde que tengo memoria.
De chico jamás me pude integrar, ni al sistema educativo ni mucho menos a mis compañeros de clase. Los odiaba. Siempre tan ocurrentes para darme apodos y rápidos para repartirme una paliza. Los adultos muy ocupados en sus miseros pensamientos nunca se preocuparon, pero está bien creo que hoy día lo agradezco, me formó. Lo mismo en mi casa. Mi Padre un bruto obrero, que apenas podía leer o escribir. Dedicaba su vida a la fábrica y a la botella, intercalado solo por las palizas hacia mis hermanos y mi madre.
Pero no te angusties amigo, repito, me convertí en alguien fuerte de hecho. Así estoy aquí sentado frente tuyo.
Conocí a dos jóvenes marginados como yo, una tarde que escapé de una las golpizas de mi padre. Recuerdo que era verano, húmedo y pegajoso, la peor época del año sin duda. Corrí hasta las vías del tren, sabía que allí por un rato, aunque sea iba a estar a resguardo. Al borracho le gustaba golpear, pero ni se esforzaba si me largaba a correr. Eso fue un dato muy alentador para mí. Cuestión es que estos dos muchachos me vieron tendido en la grava cerca de la vía, completamente agitado y empapado de sudor respirando pobremente. Mientras corría sentí una mezcla tan extraña y a la vez fascinante de sensaciones. Por un lado, creí que el miedo se desvanecía a cada pisada, como huellas que se lleva el mar en la orilla.
Creo que también fue la primera vez que me excite en un sentido “sexual” de la palabra. No sabría porque, pero fue así. Mi corazón se agitaba tan fuerte que podía sentirlo en el medio de mi garganta. Y el odio tomo otro matiz, si, ese sería el término.
Estos chicos se me quedaron mirando desde arriba formando una sombra sobre mí, lo recuerdo tan vívidamente. No tuve miedo. Ya no. Uno me tendió su mano y me levanté, me llevaron hasta una canilla donde pude refrescarme. Podría decir que desde ese entonces “formamos” una amistad. Una lástima que se alejaran de mí. Me sentí muy rechazado en ese momento. Imagino que se asustaron por el asunto de los gatos. Curioso animal. Me sentía atraído a ellos por sus hermosas características, pero había algo más tentador en el fondo, su vulnerabilidad. Eran todos pobres callejeros.
El otro día leía a gente que no me conoce diciendo que: “Este es un hombre sin sentimientos ni empatía”.
Hipócritas.
Mienten a la gente y se mienten a sí mismos. ¿Que saben ellos? Viven en la vorágine de estas ciudades malditas donde a nadie le importa realmente lo que le pasa al vecino de al lado. Lo sé muy bien, claro que sí. Engañan a sus mujeres mientras se pavonean entre sus cubículos de oficina mostrándose como la imagen moral.
Los policías, no me gusta generalizar con ellos, pero se empeñan en demostrarme su incapacidad para lidiar con sus trabajos mientras bajo la luz de una cámara parecen ser la última palabra en justicia. Ellos roban, engañan y matan más aun que el delincuente promedio que tanto les gusta alardear cuando lo capturan. Mientras, algún político obsceno se está haciendo rico con nuestra plata y reta a las fuerzas del orden como si fuera un tutor poco experimentado. Lo sé. Camino las calles todos los días. Deje de ser un solitario.
Ah, el café ya está listo, si me permitís, enseguida vuelvo contigo.
En que estaba, ah sí. Me perdí en el gusto, debo felicitarte por la calidad de estos granos, creo que en un futuro nunca más podre saborear algo así. ¿No te molesta si lo acompaño con un cigarrillo?, ¿no? Si, es una mala costumbre. Algún día me va a llevar a la tumba.
Como decía, a pesar de todo lo que se pueda decir o creer en mi adolescencia intente crear algún vínculo con los demás, con mis pares. En cierto modo lo logre, pero mientras más me quería fundir, más me asqueaba de mí mismo. Horrible. Había algo profundamente sincero y a la vez aterrador que me decía la verdad. Como un grito en una cueva vacía. Supe de ese modo que si, era diferente. Eso no está mal también me dije. Al contrario, una especie de meta o camino se abría.
Fue el destino que en esa época conocí a María. Ella fue la primera en todo. Me vio como a través de un espejo. Pero, así como estos reflejan la luz también pueden dar sombras. Y mi amigo, estaba rodeado de ellas.
Lo intente. Me negaba a darle rienda suelta a todo lo que esa voz interior me decía. Nunca me supuse loco, jamás. Creo en la coherencia que muchas veces va de la mano con el destino.
Que dulce chica. Sin dudas me alentó a perseguir aquello que “Me estaba negando”, “Que tanto daño me provocaba”. Que ironía. Ja.
Ella fue la primera, pero sin dudas no la última, No. Fue algo torpe todo de mi parte y desordenado. Pensé que era el principio y el final a la vez.
¿Leíste la biblia alguna vez? “Soy el Alfa y el Omega el principio y el fin...”. Perdón. Me suelo ir por las ramas. A veces quisiera no pensar tanto, pero es imposible.
Finalmente pasaron los meses, hasta el año. Nada ocurrió. Nadie toco a mi puerta. Paradójicamente no estaba satisfecho, mucho menos contento. Supongo que ahí si empezó todo esto. De verdad.
Como cualquier otra rutina o esquema se fue haciendo cada vez más fácil. Hasta que me aburrió. Que sentir más fatídico y humano.
Me había mudado solo, tenía trabajo y hasta un vehículo propio. Disfrutaba de todo eso. Me había facilitado lo demás. De mi familia no sabía más nada. Mejor así.
Si, como dije, cuando me aburrí quede como aturdido. Creo que estuve otros meses más sin hacer nada extra. Hasta que una noche empecé a frecuentar los bares de las afueras. Sin mucho plan, más que agarrar el coche, manejar y tomar unos tragos.
¡Que sorpresa más grata me lleve al entablar conversación con esa gente!
Hombres y mujeres perdidos como la carretera misma que daba al recinto. Me resulto tan simple entrar en ellos que hasta no me lo podía creer. Las primeras noches no hice nada. Pero tal vez en la cuarta o quinta noche, ya no recuerdo, hubo algo que me impacto como rayo. Esas personas se me antojaron iguales a esos gatos de las vías del tren. Así. Misteriosos y bellos, con aspecto feroz pero amargamente débiles. No fue el alcohol. Solo había tomado dos medidas de Whisky cortado con soda. Imposible beberme con eso, supongo que esa es la herencia de mi Padre. Así que finalmente esa voz interna y yo nos unimos, hasta el día de hoy.
Bueno creo que ya se me hizo tarde. Mira la hora que es, sí. Llego el momento de despedirnos. Hasta siempre. Vos no me vas a recordar, aunque si fui lo último que viste en el día.
Fue grato poder hablar de esto con alguien, en un futuro seguramente lo haga todos los días por horas así que bueno poner algo de practica en asunto.
Ah y gracias por el Café y la compañía.
“Au Revoir”.
. - ¿Que tenemos acá inspector? ¿Coincide con los demás casos?
. - Sin duda. Es el. El mismo Modus Operandi. Estrangulación por medio de cuerdas, Cinta aisladora en la boca y ojos y a primera vista varias puñaladas, eso lo verá mejor el forense en la morgue cuando tenga el resultado de la autopsia.
. - Y porque la cara de sorpresa entonces, es obra de este animal que anda suelto.
. - Si, pero fíjese algo hay diferente. Enfrente de la víctima hay otra silla a muy corta distancia donde se puede ver una taza y un cigarrillo en el cenicero. Se podrían decir dos cosas: Que mantuvo una “charla” con el occiso y que “La Bestia de Rinhö” quiere ser atrapada.


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